Música y folclor
Una Fiesta de la música con fondo de protesta
La plaza Alfonso López –el centro popular por antonomasia de Valledupar– se engalanó este fin de semana para celebrar una de las fiestas con mayor proyección en Colombia: la Fiesta de la Música.
Desde las 5 de la tarde del sábado y, tras un reconocimiento póstumo al artista Germán Piedrahita, los grupos más diversos se sucedieron en la tarima Alfonso López y expusieron una creatividad deslumbrante.
Los artistas urbanos como Auten y Panela Sound se entrelazaron con los ritmos más tradicionales de Los Caballeros (Vallenato) o Son Tananeo (música cubana). El coro de la Fundación Batuta con su orquesta sinfónica juvenil y disciplina armónica fue el contrapunto más extremo a la música rockera más dura.
No podemos dejar de lado el fenómeno musical de la noche: Distopia, un grupo de rock Trash que, con su música destemplada, arremolinó a un público de más de doscientos jóvenes en una danza que parecía más bien una batalla campal.
Esta fiesta fue, sin lugar a dudas, una exposición de todas las tendencias y realidades sociales que existen en Valledupar. Es interesante como el Vallenato, la música que representa tradicionalmente al departamento y la ciudad, convive con otros ritmos que profesan otros discursos y estéticas.
Pero el mayor contraste de la noche fue propiciado por la protesta de los desalojados del barrio de los Ciruelos en Valledupar. Ese colectivo indignado, compuesto de más de 500 personas, se encuentra ubicado en la plaza Alfonso López desde el pasado miércoles 20 de junio a la espera de un gesto solidario de la alcaldía.
Tras ver cómo sus casas rudimentarias eran destruidas, las familias se quedaron sin hogares. Por ese motivo, duermen en los alrededores de la plaza Alfonso López y se rotan para protestar y trabajar.
El portavoz de los desalojados hizo un primer intento de exponer sus reclamaciones en lo alto de la tarima Alfonso López, pero, ante la notable seguridad, el colectivo optó por manifestarse pacíficamente en medio de la plaza y frente a los músicos.
Fue una protesta tranquila y cívica, educada y ordenada, que dejó a la vista de todos los presentes la extrema dualidad de la ciudad de Valledupar. Irónicamente, los desalojados llegaron incluso a disfrutar de algunas estrofas musicales mientras que en sus carteles de protesta podían leerse denuncias dirigidas al alcalde o llamados a la solidaridad.
Las caras de los desalojados desentonaban con las del público. El dolor de algunos chocaba con el deseo de otros de disfrutar del tiempo libre. Y, finalmente, pese a todos los aciertos de la Fiesta de la Música 2012, nos quedamos con esa imagen de extremos.
El movimiento protestatario fue diluyéndose durante la noche pero la música también es un instrumento de solidaridad y con ella recordamos a los que en la Plaza Alfonso López buscan una forma de construir un hogar.
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